domingo, 25 de diciembre de 2011

EUROPE - Out of this world (1988)



Facilmente uno de los mejores discos de hard melódico de la historia. Los Europe, después de un pelotazo como fue The final countdown, tenían la complicada tarea de mantener o subir el nivel. Y vaya si lo consiguieron; gracias sobretodo al fichaje de Kee Marcello que venía de grabar un discazo con los Easy Action en los que actuaba de guitarrista y tecladista. En Europe se puso a la guitarra para sacar esta obra maestra, en la que destacan sobretodo Superstitious, o las tres baladas 'Open your heart', 'Coast to coast' y 'Tomorrow'.


DARE - Out of the silence (1988)



Pocos discos alcanzan el nivel de obra de culto, como este. Muy pocos. Los Dare de Darren Wharton debutaron a lo grande, directamente con uno de los mejores discos de AOR de la historia, si no el mejor; y en la música en general, dejando fuera etiquetas y estilos, Out of the silence también merece un lugar especial. Siendo el AOR un estilo más bien underground, la calidad de este trabajo, trasciende más allá del rock melódico, y es reconocida por cualquiera que sepa apreciar y reconocer un disco especial, mágico, irrepetible. La banda galesa del ex-tecladista de thin Lizzy, voló tan alto con este disco, que nadie ha conseguido alcanzar esas cotas de grandeza e inspiración. Cada nota es un compendio de sentimiento, melodía, ilusión; si la perfección existe, este disco sin duda sería el mejor ejemplo.

Imposible destacar una u otra canción; las diez que forman Out of the silence son inmaculadas y transmiten a lo grande lo que el AOR y la melodía en el rock han de ser. Ahí quedan para la eternidad temazos del calibre de Abandon, Heartbreaker o Runaway, cuya carga melódica no les quita un ápice de caracter y espíritu rockero. Raindance es el clímax de la originalidad en este disco; Nothing is stronger than love es tan bella como atemporal, y King of spades toca el corazón de cualquiera. Una obra maestra indiscutible.


ALIEN - S/T (1988)



La portada echa para atrás que no veas. Pero menudo discazo. AOR sueco de primer nivel, y sin duda uno de los mejores trabajos melódicos salidos de tierras escandinavas. AOR elegante, pero a la vez no exento de fuerza. Así lo atestigua ''Tears don't put out the fire'', todo un himno. ''Jamie remember'', ''Brave new world'', ''Touch my fire''... siguen un patrón claramente delimitado por la búsqueda de la melodía, los estribillos y las teclas. Jim Jidhed lo clava a las voces, con un registro y tono ideal para el estilo. ''Only one woman'' es la gran balada del album, que por supuesto, no podía faltar. El debut de Alien es sin duda un imprescindible clásico aorero.


DOKKEN - Tooth and nail (1984)


El primer gran disco de Dokken; y primera punta de ese tridente mágico que forma junto a 'Under lock and key' y 'Back for the attack'. Catalogado por lo general como 'hard rock', el disco mas bien camina por una senda más metalera, gracias sobretodo a la afilada guitarra de George Lynch y sus endiablados solos. La voz melódica de Don Dokken, equilibra la balanza, por lo que quizás lo justo sería situar el album en la frontera entre el hard rock ochentero americano y el melodic metal de la época. 'Just got lucky', 'Into the fire', o la impresionante balada 'Alone again' (una de las mejores baladas del hard rock) son sin duda los highlights de 'Tooth and nail'.


domingo, 9 de octubre de 2011

The seventh one (1988), rock de traje y corbata




AÑO: 1988
ESTILO: AOR

Toda introducción que pueda hacer se quedara corta, pues al hablar de Toto, hablamos de uno de los grupos más grandes, no solo de los 80's, sino de la historia. Con una discografía majestuosa y enormes hits que han calado tanto entre sus fans como entre el público desvinculado del rock en general, el legado de este grupo es impagable e incuestionable, en el AOR y en la música en general, pues se han atrevido con estilos que van desde el progresivo hasta, por momentos, el jazz o el hard rock. Y es que cualquier amante de la buena música que se precie debería tener en su discografía las obras maestras de Toto, entre las que se encuentra el disco que nos ocupa: The seventh one. Toda una lección de clase y elegancia en el rock. Y es que si se juntan genios de la talla de Jeff Porcaro (batería), Steve Lukather (guitarras) o David Paisch (teclados) con la voz tocada por la gracia divina de Joseph Williams, el resultado puede ser de auténtico lujo.

''Pamela'', comienzo espectacular: coros azucarados y una instrumentación descomunal. ''You got me'', sintetizadores al poder, un tema muy Hi-Tech con mucho ritmo. ''Anna'' (muy propio del grupo las canciones con nombre de mujer), una de las grandes baladas del album, deliciosa, irresisitible y sobretodo de muy buen gusto. ''Stop loving you'', uno de los hits del disco, un clásico del AOR, teclados mágicos y un estribillo inolvidable... no se puede cantar mejor. ''Mushanga'', otra exhibición de estos genios, un tema maravilloso que puede recordar a ''Africa'', una de las canciones más conocidas del grupo, pero más lenta y menos comercial. ''Stay away'', otro tema soberbio con un riff potente y distorsionado de guitarra mezclado a la perfección con los teclados cristalinos de Paich y los coros femeninos del estribillo.

No puede ser; rebasamos la primera mitad del disco y Toto nos siguen sorprendiendo con auténticos hits que ya quisieran en su discografía grupos mucho más recordados. ''Straight for the heart'', más teclados mágicos y Joseph Williams haciendo maravillas con esa voz única y perfecta. ''Only the children'', riff ochentero y un estribillo muy pegadizo para acabar con un solo de puro sentimiento. ''A thousand years'', balada lenta, de las más flojitas del disco... pero da igual, sigue siendo muy buena. ''These chains'', otro tema lite con unos solos de auténtico buen gusto a cargo del maestro Lukather. Se acaba el disco y no lo podían concluir mejor: ''Home of the brave'', un tema con mucho sentimiento.

Un album sin desperdicio en absoluto, 11 auténticas exhibiciones de genialidad; puro caviar solo apto para los oídos más finos y los mejores y más exigentes gustos. Un disco que hay que escuchar varias veces antes de sacar conclusiones, para captar sus detalles y entender su contenido. Quién lo consiga, deseará escuchar más de esa voz, y deberá hacerse con el 'Fahrenheit', disco anterior del grupo donde también lo borda Joseph Williams. Luego tendrá que descubrir más melodías únicas con las mágicas notas de la guitarra de Lukather y la batería suave y brillante de Jeff Porcaro (que Dios lo tenga en la gloria), y recurrirá a alguno de los demás discos de la gran y espectacular discografía de Toto. Todos valen la pena, si bien este, The seventh one, está a un nivel más estelar y perfeccionista que el resto. Un 10 rotundo, pero de verdad, un 10 con lo que ello conlleva puntuar un disco: reconocer la perfección más absoluta.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Toto (1978), la primera de muchas alegrías


AÑO: 1978
ESTILO: AOR

A finales de los 70's se seguían asentando los cimientos de un nuevo estilo que tendría su máximo apogeo en los 80's: el AOR. Boston y Toto con sus debuts fueron en gran parte responsables de ello. El primer disco de Toto es un trabajo muy variado y completo, en el que ya se intuye la gran calidad de esta grupo, y en el encontramos desde sonidos que van del funky y soul, al rock/pop.

El comienzo es un buen tema instrumental en onda progresiva. Los ritmos setenteros del soul y el funky los encontramos en ''Georgy Porgy'' y ''You're the flower'', esta última con un gran solo de guitarra de Steve Lukather: tres buenos temas para completar un disco en el que las grandes canciones son otras...

''I'll supply the love'', un potente riff para un estribillo muy melódico y setentero; gran tema.

''Manuela run'', tremendo tema con David Paich a las voces y a las teclas; buenas melodías y un estribillo muy adictivo.

''Girl Goodbye'', más AOR de auténtico lujo; impresionante el solo de Lukather, como de costumbre.

''Rockmacker'', otro tema muy melódico... AOR setentero en su máxima expresión.

''Hold the line'', ¿que se puede decir de esta canción que no se sepa ya? Un clásico absoluto del rock en general; al igual que Sweet home Alabama, o Highway to hell, un tema conocidísimo tanto dentro como fuera del rock. La sensacional mezcla de teclas y el riff potente de guitarra, sumado a la mágica interpretación de Bobby Kimball, hacen de este, un tema imperecedero.

''Angela'', un tema oscuro pero mágico; la primera gran balada de la banda.

Y así acaba un extraordinario debut, al nivel de este enorme grupo. No es su mejor trabajo, evidentemente, pero gran disco de todas las maneras.


martes, 27 de septiembre de 2011

Scenes from a memory (1999), alcanzando la eternidad



AÑO: 1999
ESTILO: Metal progresivo


Año del Señor 1999. Han pasado dos años de la publicación de 'Falling into infinity', quizás el disco menos personal hasta la fecha de Dream Theater. Un trabajo concebido bajo la presión de la discográfica y con tecladista nuevo tras la ruptura de Kevin Moore con la banda neoyorquina. Después de dos discos estelares que practicamente reinventaron y revitalizaron un género moribundo (Awake e Images and words), Falling into inifinity supuso una decepción para muchos. Una tesitura complicada, a lo que hay que añadir otro cambio en el grupo: Jordan Ruddess por Derek Sherinian a las teclas. Y sin duda esta incorporación es una de las claves de la gestación de Metropolis pt. 2: Scenes from a memory; o lo que es lo mismo: una obra maestra atemporal.

Scenes from a memory es un álbum conceptual, que narra una única historia mediante canciones que actúan como 'escenas' y se unen perfectamente entre sí formando un todo, un conjunto complejo que nos va destapando una trama densa como si de una película se tratara. Los temas tratados en dicha historia van desde el amor hasta la muerte o la reencarnación y su ritmo es fluído y sorprendente hasta el final. No solo cuenta el aspecto puramente musical a la hora de evaluar un disco; en este caso el caracter conceptual y la dificultad de crear una historia a partir de la música, son factores que elevan todavía más la grandeza del trabajo.

En lo que a música se refiere, Scenes from a memory también supera cualquier expectativa. Virtuosismo a la par que sentimiento es quizás una buena y resumida descripción de lo que ofrece este disco. Dream Theater consiguió fusionar la destreza y el talento instrumental con el sentimiento y la emotividad que solo la música bien hecha puede ofrecer. Algo posible gracias a la versatilidad de Petrucci, que pasa de atronadores riffs a delicados solos llenos de feeling como si nada; o al inmenso talento de Rudess, que en su debut en Dream Theater ofrece quizás su mejor trabajo, alcanzando unas cotas de creatividad y genialidad impresionantes; o a James Labrie, vilipendiado muchas veces, pero que aquí deja su listón más alto y lo borda en todo momento, demostrando una variedad de registros que ya no volvimos a escuchar. Y que decir de Myung o Portnoy... Solo semejante 'alineación' podía hacer posible algo tan grande como este disco.

Disco que hay que entender como un 'todo', practicamente como una sola canción de 77 minutos; pero que bien podemos separar en escenas para destacar algunas:

-Regression y Overture 1928: Una sesión de regresión hipnótica abre el disco, con una cuenta atrás muy acertada, que se enlaza con la música. A partir de ahí, una impresionante instrumental avisa de que algo grande se avecina. Perfecta para ir abriendo boca.

-Strange Deja-vu: No hay pausas, ni momentos de respiro; aún suena el eco de la instrumental cuando empieza la siguiente escena. Dura y por momentos pesada, de ritmo cambiante, creando diferentes atmósferas mediante los cambios de tempo. Petrucci y Myung protagonistas; tremendos riffs.

-Fatal tragedy: Descomunal. Tema que va subiendo de intensidad hasta estallar en un clímax instrumental en el que Petrucci y Rudess hacen lo que les da la gana. Un tema al alcance de muy pocos.

-Through her eyes: Como hemos dicho antes, también hay sitio para la sensibilidad y el sentimiento. Balada triste, con un gran LaBrie, muy bien acompañado por piano, acústicas y el suave punteo de Petrucci, que demuestra una vez más, que no solo vive de velocidad y técnica.

-Home: Este pasa por ser directamente uno de los mejores temas progresivos de la historia. Casi trece minutos de auténtico derroche de genialidad en todos los aspectos. De ritmo casi hipnótico, la complejidad estructural del tema le viene como anillo al dedo a la historia y su desarrollo.

-The dance of eternity: La instrumental de instrumentales. Sin duda aquí el destacado es Jordan Rudess, que se atreve con todo en este tema de ritmo frenético. No hay palabras para describirlo.

-The spirit carries on: Una de las mejores baladas de Dream Theater. Sublime LaBrie en este tema de aroma claramente pinkfloydiano, muy bien acompañado por una voz femenina, y rematado con dos solos espectaculares de Petrucci, que servirían para definir lo que es feeling a la hora de tocar una guitarra. Inmensa; una canción para la posteridad.

Si el disco acabara aquí, ya sería inmenso, pero todavía queda Finally free, otro de los temas largos, al nivel del resto, y que sin duda es el broche de oro y el mejor final posible para la mejor de las historias. Pocos discos pueden presumir de un contenido tan denso y maravilloso al mismo tiempo como este Scenes from a memory. El cénit creativo de un grupo especial; una de esas maravillas que a veces nos regala el ser humano, arte en estado puro, que envuelve los sentidos y toca el alma. Uno de los mejores discos que se han hecho.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Oceanborn (1998), clásico instantáneo



AÑO: 1998
ESTILO: Power/Symphonic Metal

Oscuro, pero bello. Potente, pero sensible. Original, maravilloso, sublime... Pocos discos pueden presumir de merecer esa ristra de calificativos. Oceanborn es uno de ellos, y seguramente me haya quedado corto con esos adjetivos. Hay discos que son impecables, bien ejecutados en todos los aspectos, pero te encuentras muchos a su nivel... les falta algo para destacar. Y después están los discos como Oceanborn; imperecederos, influyentes como pocos y especiales.

En 1998, el grupo finlandés Nightwish, que venía de debutar con un buen album, sorprendió a propios y extraños con esta obra maestra, salida directamente del talento compositivo de Tuomas Holopainen, padre fundador de la banda y autor intelectual de Oceanborn. La inspiración y la genialidad del tecladista del grupo, unido a una Tarja Turunan en quizás su mejor momento, justifican la grandeza del trabajo que nos ocupa. Una Tarja que grabaría el disco con apenas 21 años, dando una auténtica exhibición vocal en todos los sentidos, y adaptándose perfectamente con su voz de soprano al power metal de Nightwish. No hay palabras para describir el trabajo de Tarja en Oceanborn; ni un angel cantaría mejor... una verdadera Diosa que practicamente creó junto a Tuomas un estilo dentro del metal.

Los teclados, y también a veces los sintetizadores, cobran gran importancia en practicamente todos los temas del disco, y unidos a unas guitarras potentes y afiladas, crean un sonido característico y pasajes instrumentales maravillosos, que junto con la voz de Tarja, forman un conglomerado de oro y diamantes. Un producto además, con una producción espectacular, como no podía ser de otra forma. El disco suena potente y a pesar de la saturación instrumental en algunos momentos, todo está en su sitio y no le sobra ni le falta nada.

Describir cada tema del album sería tarea harto complicada, pues faltarían calificativos para ello, pero al menos, y teniendo en cuenta que el disco es redondo y todos los temas son sobresalientes, vamos a destacar unos cuantos:

-Stargazers: Comienzo atronador y trepidante que ya avisa de que estamos ante algo grande; pero grande de verdad. Tarja lo confirma, voz celestial que encaja perfectamente con el decorado instrumental. Voz operística y metal fusionándose a la perfección; lo nunca visto.

-Gethsemane: Los teclados, grandes protagonistas de esta canción, creando melodías mágicas. Tarja por su parte, respaldada certeramente por un coro de voces femeninas, que da todavía más melodía al tema.

-Devil and the Deep Dark ocean: Brutal. Tuomas y Tarja a las voces, en un tema de corte muy duro, con guitarras atronadoras que acompañadas por teclas muy bien elegidas, crean una atmósfera oscura, que va subiendo de intensidad hasta estallar en un clímax con riffs y exhibición de registros y sentimiento interpretativo de Tarja.

-Sacrament of Wilderness: Genial comienzo instrumental para este tema muy powermetalero. Maravillosas voces de nuevo.

-Swanheart: Emotiva balada con violines incluídos y con otro despliegue de talento, técnica y sentimiento de Tarja. Puede parecer repetitivo incidir tanto en el trabajo a las voces de la soprano finlandesa, pero incluso me estoy quedando corto. Simplemente estelar.

-Moondance: Espectacular tema instrumental en el que la banda demuestra su buen hacer. Inicio lento con flauta incluída, y una segunda parte mucho más veloz, a ritmo folk y de melodías tremendamente pegadizas.

- The Pharaoh Sails to Orion: Quizás el mejor tema del disco. Y claro... eso es mucho decir. Épica, colosal, apoteósica. Más de 6 minutos en los que las melodías árabes muy bien buscadas marcan un ritmo que se acelera hasta degenerar en un final trepidante, en el que Tarja directamente deslumbra y deja el listón por las nubes. Casi imposible de superar.

Dicen que el calificativo de 'obra maestra' se utiliza en demasía y exageradamente en muchos casos. Bien, es muy probable que así sea; pero aquí creo que está sobradamente justificada su utilización. Sea cual sea la definición de 'obra maestra', y sean cuales sean los aspectos y características buscados para llegar a tal calificación... Oceanborn los cumple de sobra. Elegante, oscuro, original, perfectamente ejecutado instrumentalmente, a las voces, en lo que a producción y líricas se refiere... El segundo trabajo de Nightwish no tiene fisuras. Al contrario; cada detalle y cada segundo del mismo es arte en estado puro. Obra maestra sin paliativos.